En la última década, el mundo ha sido testigo de una revolución silenciosa y poderosa: la irrupción de los criptoactivos y la tokenización de la economía. Por lo que en este contexto de constante evolución, consideramos fundamental comprender la importancia de sumergirse en el mundo de la token economy o de la Web 3.0
Es esencial comprender la evolución de la World Wide Web (WWW) para apreciar plenamente el impacto de la tokenización hoy en día y para ello es necesario contextualizar los términos Web 1.0, Web 2.0 y Web3.0.
WEB 1.0: La web estática
La Web 1.0, también conocida como la “Web Estática”, se refiere a los primeros años de la internet. Este período, que abarca desde su nacimiento en la década de 1990 hasta principios de los 2000, se caracteriza por páginas web estáticas, sólo de lectura por lo que los usuarios eran principalmente receptores pasivos de información.
WEB 2.0: La Web social y centralizada
Con la llegada de la Web 2.0, la internet dio un salto significativo hacia la interactividad y la colaboración. Este cambio, que ocurrió en el año 2000, introdujo plataformas sociales, blogs y servicios en línea que permitieron a los usuarios generar y compartir contenido. Las redes sociales, como Facebook y Twitter, se convirtieron en protagonistas, transformando la internet en un espacio más dinámico y participativo.
WEB 3.0: La web abierta y descentralizada
La Web 3.0 representa la siguiente fase en la evolución de la internet y es impulsada por la descentralización, la transparencia y la autonomía. En contraste con la anterior, dominada por plataformas y empresas centralizadas, esta busca devolver el control a los usuarios, eliminando intermediarios y permitiendo la creación de productos o servicios tecnológicos por ellos mismos, tales como aplicaciones descentralizadas (DApps), contratos inteligentes (Smart Contracts), criptomonedas, tókenes no fungibles (NFTs), finanzas
descentralizadas (DeFi), finanzas regenerativas (ReFi), entre otros, basados en tecnologías emergentes como blockchain e inteligencia artificial.
Justamente, en cuanto a la tokenización de la economía, el 2024 inició con la valorización del BITCOIN, principal criptomoneda en términos de capitalización de mercado, en más de 60.000 dólares. Fenómeno, que lejos de ser aislado, refleja el creciente interés y
adopción de activos digitales en la economía global.
Colombia, en sintonía con las tendencias globales, no se queda atrás. El actual Ministro de Hacienda, Ricardo Bonilla, anunció en el último Foro Económico Mundial en Davos que el país está avanzando en la creación de su propia moneda digital, una Central Bank
Digital Currency (CBDC), asociada al peso colombiano. Este paso hacia la digitalización de la moneda nacional abre un abanico de oportunidades y desafíos, ya que logrará mayor adopción en la transacción de bienes y servicios virtuales, pero por otro lado, se prefiere que una moneda estable o stablecoin (como la USDT asociada al dólar estadounidense) sea desarrollada sin la intervención de justamente el gobierno mismo.
En el ámbito legal, la regulación de los criptoactivos en Colombia es un tema de discusión actual. Mientras se busca establecer marcos regulatorios para garantizar la seguridad y la integridad del mercado, es crucial que estas regulaciones no sean tan restrictivas que
atenten contra el desarrollo tecnológico y la innovación.
Se destaca además que un estudio reciente de Colombia Fintech, asociación que agrupa más de 250 empresas del ecosistema de innovación financiera del país, destacó que cerca de las 100 compañías consultadas el 35 % se encuentra implementando algún tipo
de tecnología blockchain, mientras que el 85 % que todavía no lo hace, está dispuesto a integrarla en sus procesos.
La tokenización de la economía implica la representación digital de activos reales, como bienes raíces, obras de arte o participaciones en empresas. Este fenómeno, aunque novedoso, sabemos plantea interrogantes legales y regulatorios. La adopción de la WEB 3.0 y la tokenización de la economía son inevitables. Colombia tiene la oportunidad de liderar en este nuevo paradigma, aprovechando la tecnología para impulsar el crecimiento económico y la inclusión financiera.
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Redacción por: María Ximena Monclou Llorente | Abogada